Boda en el Monasterio de Ntra. Sra. de Loreto

Hoy os hablo de mi propia boda, a raíz de la cual decidí crear S.R.C…

Cuando decidimos casarnos no teníamos muy claro en que iglesia lo haríamos, no teníamos predilección por ninguna en concreto, en Sevilla hay iglesias tan bonitas, que sabíamos que alguna de  ellas sería perfecta para nosotros. Fue cuando mi padre me recordó una pequeña iglesia a la que solían llevarnos de pequeños y que no recordaba con absoluta nitidez.

Cuando fui con Joaquin a visitarla lo tuvimos claro, queríamos casarnos allí y únicamente allí.

Nos casamos en el Santuario de Nuestra Señora de Loreto, hoy monasterio de frailes franciscanos, que emerge en unos viñedos de la comarca del Aljarafe, únicamente rodeado por la antigua hacienda del mismo nombre a la que se anexa. La entrada al monasterio, custodiada por palmeras y antiquísimos cipreses, evoca de alguna manera a escenarios de la Toscana italiana. Nos inspiraba tranquilidad y armonía y la hospitalidad y simpatía de sus frailes hicieron que fuese el enclave perfecto para el día de nuestra boda.

                    

Todo en Loreto es bonito, su atrio de entrada empedrado y encalado, rodeado de cipreses, su torre defensiva medieval, su iglesia barroca, su claustro mudéjar…restos de una ocupación continuada desde la época romana hasta nuestros días que han dado lugar a un conjunto monumental  de alto valor patrimonial y de increíble belleza.

Y hubo algo que despertó mi atención desde el principio. En el centro del atrio o patio de entrada a la iglesia emerge un crucero sobre un pilar de planta hexagonal revestido de preciosos y valiosos azulejos holandeses tipo Delft  del siglo XVIII, hoy bastante deteriorados por el paso del tiempo, pero con ese sabor especial que dejan las huellas de los años.

                                                        

Quise que estos azulejos fuesen el motivo principal de nuestra invitación. Pensé que era un motivo bonito y muy característico del sitio. En torno a él iban a esperar mis invitados.

La invitación y sobre serían los clásicos, pero jugando con el color  y los azulejos quería conseguir un conjunto original, exclusivo de nuestra boda y sobre todo, a nuestro gusto. Creo que se pueden conseguir cosas diferentes y poco vistas aún si la invitación en sí es clásica. La clave está en el conjunto, en las gamas de colores, en la armonía de la caligrafía…cuantas veces hemos visto una invitación bonita con el plano tipo que te da la hacienda y que en conjunto, resulta poco cuidada.

El azul de los azulejos nos encantaba, es ese azul tan característico de los azulejos portugueses u holandés, pero que quizás, para lo que buscábamos resultaba un azul demasiado intenso. Adaptamos el color al pantone que más nos gustaba.

Este fue el resultado de la invitación y de las tarjetas de confirmación de los asistentes a la boda en un formato tipo postal al que le incluimos el sello, para que nuestros invitados lo metieran directamente en el buzón más cercano.

                                                     

Y siguiendo con el mismo diseño…el plano de llegada a la Iglesia y al lugar de la celebración y la tarjeta de la lista de boda:     

             

Ana Muñoz González

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